Confiar en los maestros, clave del éxito de Finlandia
El sistema educativo de Finlandia confía en la capacitación que han obtenido los maestros a lo largo de su carrera y les brinda total libertad y autonomía para que desarrollen su trabajo, en esto radica la clave para el éxito que ha tenido Finlandia en la educación en el contexto internacional, aseguró Krista Kiuru, ministra de Educación y Comunicación de aquel país.
En el encuentro “Bienvenidos a la diversión del aprendizaje”, organizado por la embajada de Finlandia en México, Kiuru señaló que los maestros finlandeses deben tener por lo menos el grado de maestría para poder enseñar, pero después de esta formación, al maestro no se le vuelve a evaluar; son sus resultados los que hablan por sí mismos.
Eduardo Andere destacó como una de las principales diferencias entre el sistema educativo fines y el mexicano, la confianza que se le otorga a los docentes.
En México, hay mucho halago hacia el maestro en los discursos oficiales, pero en las políticas públicas, lo que se refleja es la desconfianza hacia ellos, aseguró Andere, quien enfatizó que no se puede copiar el modelo educativo finés, porque no se pueden copiar las culturas, dijo.
Una de las características que Andere ha identificado en la formación de los maestros en Finlandia, es que los docentes de este país nórdico aprenden muy bien que no pueden tener la atención de los estudiantes por más de dos o tres minutos, por lo que sus clases son diseñadas tomando en cuenta esta premisa, son dinámicas con el objetivo de tener siempre la atención del alumno.
Una de las fortalezas del sistema educativo finés es su equidad, “todos los alumnos reciben las mismas oportunidades, de tal forma que se podría decir que los alumnos más débiles de Finlandia obtienen niveles de aprendizaje más altos que en cualquier otra parte del mundo”, señaló la ministra Kiuru.
¿De dónde viene el aprecio por los maestros en Finlandia?
La sociedad finesa es predominantemente luterana desde el siglo XVII, por lo que, a partir del S XVII, la Iglesia Luterana, no permitía casarse a quién no sabía leer, entonces, “las personas que te enseñaban a leer se convirtieron en actores sociales importantes”, aseguró la embajadora Lammila.
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