Lenguajes antididácticos*
Los profesores sabemos que es importante comunicarnos eficazmente. En una jornada escolar, ante grupos de alumnos, establecemos vías formales e informales para comunicarnos.
En cada interacción nos estamos jugando mucho más de lo que somos conscientes, de ahí la importancia de aprender un lenguaje adecuado a las diferentes situaciones y contextos escolares.
Hemos dicho aprender, frente a aquellas posiciones que creen que sólo con el voluntarismo está resuelta esta importante competencia.
Podemos tipologizar tres errores frecuentes de lenguajes antididácticos.
Primer error: un lenguaje desmotivante es un lenguaje antididáctico. Mostrarnos en nuestra comunicación verbal y no verbal como sujetos sin entusiasmo, sin pasión por aquello que debemos comunicar. Construir mensajes implícitos o explícitos: "... estoy aquí en este trabajo a mi pesar; estoy aquí pero no me interesas; estoy aquí y se trata de aprobar o no aprobar". La mejor forma de justificar que un alumno no progresa, o que un alumno no se implique en nuestra materia, es dejarse llevar por esta estrategia. El profesor motivado, en cambio, contagia una atmósfera en la cual sus alumnos lo seguirán la mayoría de las veces. La motivación habla un mismo lenguaje. Observando esta conducta en cualquier aula o escuela, sabremos muchas cosas de lo que ocurre.
Segundo error: un lenguaje desconfiado es un lenguaje antididáctico. La confianza es una negociación compleja que empieza desde el primer día de clase. La confianza debe viajar en las dos direcciones: profesor/alumno y alumno/profesor. El victimismo no puede ser una excusa de la incompetencia profesional. Dicho de otro modo: la confianza es una construcción social. Un profesor y un grupo que han logrado crear esa confianza mutua, es una experiencia que nunca olvidaremos. Ellos tampoco.
Tercer error: un lenguaje oscuro y/o desordenado, es un lenguaje antididáctico.La claridad es obligación de nuestro compromiso comunicativo. La claridad y el orden en nuestro lenguaje demuestran muchas características de nuestro trabajo profesional. Tienen que ver con el control didáctico de nuestra materia y la planificación que hacemos. Si empleamos secuencias que no tienen una relación lógica; si creemos que nuestros alumnos tienen el deber de comprendernos, estaremos alejándonos irremediablemente de nuestra tarea educativa. El lenguaje oscuro y/odesordenado es la mejor estrategia para que la inercia y el aburrimiento se apoderen de nuestras clases.
La verdadera responsabilidad es la responsabilidad concreta. No hay aprendizaje con los lenguajes antididácticos. Pero queremos terminar reconociendo el entusiamo de muchísimos maestros. Hemos convivido y aprendido de grandes compañeros que están invisibles en nuestro sistema educativo. Es hora de reconocerlos profesionalmente.
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